¿Les dirán los candidatos a sus hijos que se sirvan de la rabia para mover voluntades, que provoquen miedo a su alrededor para lograr reacciones, que usen descalificaciones para denigrar al adversario, que fomenten alianzas solo para desalojar a alguien de un pedestal y ocuparlo, que generen odio contra determinados colectivos por lo que son o lo que tienen, que no duden en mentir para defender sus posiciones, que oculten sus sentimientos cuando éstos puedan desvelar el lado menos atractivo de su personalidad, que retuerzan la realidad cuando no coincida con sus intereses, que no admitan el error, que traicionen a los suyos para vengarse, a ser posible con sorpresa e inquina, que no pidan perdón, pero que se lo exijan constantemente a los demás, que no se conformen con derrotar al enemigo, sino que lo humillen…?

Sin duda, unos padres así serían merecedores, cuando menos, del alejamiento de sus hijos. Pues esos son los padres que en general han protagonizado la campaña que culmina este domingo con los comicios generales para elegir a aquellos que -nos gusten o no nos gusten- nos van a representar en el Parlamento y tomarán decisiones que afectan a nuestros bolsillos, a nuestra educación y a nuestra salud.

Las principales emociones agitadas por los partidos políticos con expectativas de obtener representación parlamentaria han sido negativas. El enfado, el rechazo, la ira, la rabia, la tristeza y, sobre todo, el miedo. El temor a que lleguen unos o a que se marchen otros, a que unos sumen y a que otros resten, a que unos monten la de San Quintín y otros desmonten (el bienestar, el estado de las autonomías, la sanidad pública, el empleo… que cada lector elija bandería y apunte aquellas conquistas que supuestamente serán revertidas por el adversario político).

El último golpe de efecto de la campaña ha sido una traición en toda regla. El expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, se incorporó como número 13 de la lista de Ciudadanos a la Asamblea de Madrid justo el día en el que el Boletín Oficial del Estado (BOE) daba fe de su participación como número 4 de la candidatura del Partido Popular (PP) para el Parlamento Europeo. En la rueda de prensa en la que explicó su cambio de chaqueta dijo que lo había hecho “por convicción. ¡Qué poco pesan las convicciones hoy que son soportadas por una mera percha de plástico!

Mientras el presidente del PP, Pablo Casado, digería la repentina infidelidad de Ángel Garrido, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiraba de manual y concedía una entrevista a El País en la que agitaba el miedo a que las tres derechas se unan: «Es una amenaza real, y es una ultraderecha temible, porque estamos hablando de gente que lleva a franquistas confesos en sus listas, que niega el Holocausto, que piensa que esto de la violencia de género es un camelo, que el cambio climático es algo que no existe y que las autonomías tienen que ser suprimidas «.

Precisamente, el partido al que se refiere Pedro Sánchez, Vox, al más puro estilo de Donald Trump, denosta a la prensa que no les ríe las propuestas. Incluso veta a varios periodistas, a los que limita el acceso a sus actos, en una evidente demostración de desprecio por la libertad de prensa y, por ende, de expresión, que sí aplica para ellos, pero no para los medios. Dice Santiago Abascal que se siente maltratado por los medios, al mismo tiempo que respalda la decisión de su equipo de comunicación de excluir a los medios más beligerantes con sus tesis.

Suena extraño que los analistas de El País hayan dado como vencedor del segundo debate a Pablo Iglesias, un agitador de calle y tertulia televisiva, por su comportamiento más elegante e institucional. El mundo empieza a estar del revés o hay que mirarlo desde abajo para poder entenderlo.

Estos son, entre otros, los padres que nos van a gobernar en la próxima legislatura. Confiemos que al menos los que logren formar gobierno orillen las emociones negativas y construyan un relato ilusionante para un país que necesita que sus políticos prediquen con el ejemplo, pero con el buen ejemplo.

Ahora es el tiempo de reflexionar para que cuando depositemos el voto en la urna el domingo sea la expresión de una decisión meditada y razonada, de tal suerte que el miedo, el rechazo, la rabia y el disgusto queden eclipsados por la esperanza de construir un país en positivo.

2 comentarios

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Joel Pinto Romero
29.04.2019 a las 15:59 Enlace Permanente

Haces una comparación de la que no me había percatado aún pero que es muy cierta ¿Qué tipo de padres son aquellos que dan ejemplo a sus hijos de esas cosas? ¿Cómo se les consideraría?

Pero seguro que en casa las explicaciones ya estarán hechas: Todo esto es pura política!

En fin…. hace unos días en Twitter decían que asistimos como meros espectadores a un tinglado que ya está montado.

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Mònica Gallardo
03.05.2019 a las 23:17 Enlace Permanente

Hola José Manuel,
Leo hoy, ya con un retraso evidente tu último artículo. La verdad es que la lectura me ha producido algunas reflexiones que no quiero dejar de compartir contigo.
Es evidente que acabamos de pasar por una campaña especialmente agresiva, pero fíjate, los candidatos, los protagonistas de tu relato, todos ellos padres, son HOMBRES.
Me siento especialmente interpelada por tu análisis, porque después de más de 20 años dedicada al mundo de la comunicación, ahora me enfrento a un reto nuevo, duro, apasionante y sí, también peligroso.
Soy candidata de Junts per Sitges a la alcaldía de mi pueblo, Sitges. Pero antes que esto, soy MUJER y soy MADRE. Y estas dos condiciones de las que me siento especialmente orgullosa, son las que más me hicieron reflexionar antes de tomar mi decisión.
Soy candidata independiente, sin afiliación política, pero me apasiona la idea de poder hacer cosas por las personas y en el lugar de mundo en el que tengo el alma. Pero debo confesarte que temo hacer sufrir a las personas que más quiero en este mundo, y estas son evidentemente mis hijos.
Fíjate, gracias a tu artículo he realizado una película mental rápida de cómo estaba siendo mi relato político hasta la fecha. Afortunadamente para mío, aunque debo confesarte que en ocasiones no es fácil, creo que mi tono está siendo positivo, respetuoso y espero que constructivo. Esa es mi percepción, pero tú sabes mejor que yo, que eso lo juzgaran los votantes, no me toca hacerlo a mí.
El problema es que al margen de lo que yo diga y como lo diga, mis temores, el del instinto más profundo de protección para no dañar a mis hijos, no depende sólo de mi, dependerá en buena parte de la actitud y el tono que utilicen el resto de los 12 candidatos que también se presentan a las elecciones (sí, 12 son muchos, una barbaridad!!)
En cualquier caso, yo seguiré el camino que inicié cuando fui madre por primera vez ahora hace ya casi 18 años. Seguiré poniendo todo mi empeño en que mis hijos sean capaces de juzgar, analizar y si es necesario combatir contra aquello que no les gusta, de una forma respetuosa.
Bueno, te animo a que algún día hagas un análisis político del tono que utilizan las líderes políticas. Igual llegamos a alguna conclusión positiva.
Saludos,
Mònica Gallardo

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