Fotografía de Nardo Villaboy.

En Italia hay más hogares con mascotas que con niños. Los más de 60 millones de animales de compañía se han convertido en un cuerpo electoral atractivo para los partidos políticos. La formación del octogenario Silvio Berlusconi ha propuesto eliminar el IVA de los alimentos para mascotas y hacer que los controles veterinarios sean gratuitos, si vence en las elecciones generales del próximo día 4 de marzo y hace honor a su palabra. Promesas que van destinadas a captar la simpatía y el voto de los dueños de perros, gatos, tortugas, canarios, periquitos, peces, hurones, roedores, cerdos vietnamitas, iguanas e incluso serpientes.

En España viven unos 20 millones de mascotas (5,3 millones de pájaros, 5,1 de perros, 3,2 de peces y 2,2 de gatos), según el censo difundido recientemente por la Asociación Madrileña de Animales de Compañía. El cuidado de un perro (comida, veterinario, medicamentos y limpieza) requiere una media de 2,23 euros de diarios, lo cual suma 814 euros al año. Los gatos y demás animales resultan más baratos, con apenas un euro al día para su mantenimiento.

El sector de las mascotas ha sufrido en España justo lo contrario que promete el nonno Berlusconi en Italia: la subida del IVA de los servicios veterinarios del 8 al 21% realizada en 2013. Ello provocó el cierre de 730 centros veterinarios de los casi 7.000 operativos hace cinco años en España. No obstante, el estudio de la asociación madrileña señala que la industria ha registrado una leve recuperación en los últimos tres años, un claro reflejo de la recuperación económica.

Dado que entre el 30 y el 40% de los hogares españoles convive con una mascota, los animales de compañía comienzan a convertirse en un cuerpo electoral interesante para las formaciones políticas. De hecho, el Congreso de los Diputados aprobó a mediados de febrero una proposición no de ley impulsada por Ciudadanos para que los animales dejen de ser considerados «cosas» y  se reconozca su naturaleza extrapatrimonial y, en consecuencia, pierdan el carácter de «bienes embargables». Una enmienda transaccional pactada por todos los grupos incorporó a la proposición el reconocimiento de los animales como «seres vivientes», consideración que tienen en la legislación de muchos países europeos.

Hasta la fecha el debate sobre los animales ha sido de naturaleza animalista, es decir, se ha centrado en la oposición a la lidia. Los partidiarios de prohibir la denominada «fiesta nacional» están ganando la partida. No sólo es mi percepción, también lo indican las encuestas. El diario El País mantiene abierta una encuesta en on line sobre la continuidad de las corridas de toros: hasta la fecha un 60% de los lectores creen que desaparecerán y un 58,3 son partidarios de prohibirlas. Entre los jóvenes crece el rechazo a un festejo que es considerado cruel, sin que por el momento la industria del toro sea capaz de organizarse eficazmente para defender su sostenibilidad.

Las mascotas representan una oportunidad para hacer política en positivo, frente a la versión en negativo que comporta instar a prohibiciones. Los animales de compañía constituyen un territorio amable y simpático para trascender al debate animalista y generar simpatías en un electorado cada vez más amplio. Por cada pensionista (8.698.160, según el Ministerio de Empleo y Seguridad) hay casi tres mascotas. No tardará en aparecer algún partido que piense que una forma de compensar el inevitable recorte en las pensiones públicas es mejorar el tratamiento fiscal de sus animales. No será una ocurrencia, sino política de compañía.

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