18Ene
2015
Escrito a las 11:15 am
El World Economic Forum se celebra anualmente en la localidad suiza de Davos.

El World Economic Forum se celebra anualmente en la localidad suiza de Davos.

El World Economic Forum (WEF) volverá a concentrar en la localidad suiza de Davos a un gran elenco de líderes mundiales entre los días 21 y 24 de enero. Los grandes jefes de la política y la economía pasarán revista, entre otros asuntos, a la Agenda Global que elabora el consejo del WEF, una lista de los diez desafíos que centrarán los debates públicos en los próximos 18 meses.

Más que conversar, los líderes o jefes se escuchan entre ellos y toman nota de las ideas que les parezcan más sugerentes. Davos es un lugar para ver y dejarse ver. Las ideas más potentes llegan ya elaboradas por los distintos comités asesores y grupos de trabajo. A ellas se suman las intervenciones de los ponentes, en una suerte de pasarela de top managers que, en cualquier caso, concita la atención de los medios de comunicación de todo el mundo.

El WEF es una gran factoría de comunicación, sobre todo de contenidos, pero su alcance es limitado a la hora de crear auténticos diálogos para resolver los problemas que la propia Agenda Global plantea. La comunicación podría ayudar a los líderes con escala en Davos a conectar las ideas con las acciones, a generar un movimiento top-down que induzca nuevas conexiones y catalice complicidades entre los gobiernos y sus ciudadanos, entre las empresas y sus stakeholders, entre los políticos y la sociedad civil.

He aquí tres líneas de trabajo concebidas desde la comunicación como una función estratégica para estimular e incluso liderar procesos de transformación en una suerte de concierto planetario en el que los líderes se comporten como tales y no solo como jefes.

1.      Crear una conciencia global.

El único concierto realmente global en la actualidad es el desconcierto. Tanto ideologías conservadoras como progresistas (incluso tales calificaciones están en cuarentena) están huérfanas de referencias nítidas.

El país con mejor calificación en el índice de transparencia para hacer negocios (The Global Competitiveness Report 2013-2014) y el quinto menos corrupto es Singapur, una dictadura. Los chinos con poder adquisitivo muestran un instinto capitalista próximo al paroxismo consumista. Países como Francia se cuestionan el modelo de estado del bienestar que ha funcionado durante décadas al amparo de una economía con un gran componente público. Corea del Sur lidera el ranking de los países que más invierten en investigación y desarrollo. La desigualdad avanza en los países desarrollados. Y Ecuador, encuadrado en su día en el eje del mal, vive una progresión económica sin precedentes con una economía dolarizada. Sobran los ejemplos para romper los moldes del pensamiento convencional, marcado por los encasillamientos ideológicos y las militancias partidarias.

La religión conserva aún una cierta capacidad para articular un sistema de valores y referencias. Pero su influencia está muy amenazada por dos circunstancias: el debilitamiento de todo tipo de dogmas, que en buena medida constituyen la base de su pensamiento, y el enfrentamiento entre confesiones y entre éstas y el modelo de estado. Además, el terrorismo yihadista ha situado a la religión (sería más riguroso decir que a la interpretación excluyente de las creencias) más en el lado de los problemas que de las soluciones.

En ausencia de referencias ideológicas claras, el mundo se ha quedado sin partitura. Durante un tiempo Europa construyó una moral cívica basada en los valores asociados a la democracia, con una interesante declinación hacia el estado del bienestar mediante la gestión pública de recursos privados. Sin embargo, este modelo europeo, cuyo eje es la redistribución de riqueza desde el Estado, también está en cuestión por la crisis de los últimos años. Y Europa ha perdido fuerza, básicamente como consecuencia de su debilidad demográfica.

La Humanidad necesita un nuevo catecismo civil, un sistema de principios, conductas de referencias y normas básicas que sean universalmente aceptadas. Las personas desean creer, y actualmente ante el avance del descrédito y la desconfianza solo pueden creer en sí mismas, en una concesión al egoísmo que aboca al conflicto de intereses. Una moral cívica, compatible con las confesiones religiosas no excluyentes, despejaría muchos de los desconciertos que hoy amenazan la convivencia entre individuos, pueblos, geografías, culturas y grupos económicos.

2.      Articular las plataformas de pensamiento y acción.

Que el mundo ya no es lo que era resulta una obviedad. Pero tampoco sabemos muy bien lo que es y, sobre todo, lo que será. La Agenda Global del WEF es una iniciativa meritoria para enfocar los principales desafíos. Es esencial que los asuntos anotados pasen de la libreta de los pensadores a la de los gobiernos mediante su discusión pública, transparente y honesta. También las organizaciones sectoriales y profesionales y las empresas, convertidas en muy relevantes focos de generación de opinión pública, deben sumarse al debate porque, más temprano que tarde, tendrán que responder a las preguntas que tales desafíos implican para su propia gobernanza y sostenibilidad.

De los think tank hay que ir a los action tank. Cuando están basados en investigaciones rigurosas, los diagnósticos son en general bastante atinados. Existe un cierto consenso en torno a las raíces de los principales problemas, si bien las diferencias se acentúan a la hora de abordar las soluciones. Hay que pasar de las musas al teatro y actuar en aquellos asuntos que ya concitan el interés de la mayoría.

La evolución hacia una economía baja en carbono es uno de esos asuntos que ya no se discuten. El reciente acuerdo entre Estados Unidos y China es un hito sin precedentes en la lucha contra el cambio climático, una batalla que va a dejar muchas heridas en la piel de la Tierra y, sobre todo, de sus actuales habitantes incluso en los escenarios de actuación más diligentes.

El convencimiento también alcanza al valor civilizador de la educación. La extensión universal y la mejora de los sistemas educativos son deberes de gobiernos que han de contar con el entusiasta apoyo de los organismos globales. No cabe la duda en el debate entre cañones o mantequilla, y mucho menos entre fusiles y lápices. La Carta Universia Río 2014, realizada por los rectores iberoamericanos,  o los trabajos de la Fundación Transforma España son buenas referencias en esta línea de pensar y hacer.

3.      Configurar un liderazgo más humano.

Los medios de comunicación (incluyo también a los de entretenimiento) dibujan un mundo que se mueve entre los superhéroes, fantasiosamente irreales, y los villanos, tan malignos que es difícil reconocerse en alguno de sus errores. La reacción de la opinión publicada  -feliz expresión de Felipe González-   a los abundantes escándalos de corrupción es la demanda de líderes ejemplares, inmaculados, exentos del pecado del error. Líderes perfectos que realmente no existen porque la perfección es solo un ideal.

Los propios comunicadores hemos disfrazado de superhéroes a muchos jefes, les hemos alejado de la realidad. Hemos tejido con los hilos dorados del poder ropajes que esconden las imperfecciones y realzan solo los rasgos luminosos de personalidades que, por definición, son complejas y están sometidas a claroscuros. No se ven las arrugas de su humanidad, ni entrecejos abigarrados por la duda, sino las marcadas líneas de una determinación casi mesiánica. Hemos cedido ante el empuje de la vanidad y contribuido a crear personajes irreales, lejanos, casi inalcanzable y, en consecuencia, poco útiles para construir referencias creíbles.

Sin embargo, los ciudadanos sólo recuperarán la confianza si cada cual abandona el personaje que ha estado encarnando, muestra la persona que lo sustenta y realza su personalidad como rasgo de diferenciación.

En un mundo ensordecido por el ruido, saturado de mentiras, mensajes inconsistentes, conductas incoherentes, principios difusos, escasez de referencias y abundancia de egoísmos, la autenticidad no es solo un valor al alza por el déficit acumulado durante tantos años de exuberancia, sino también una necesidad para recuperar la línea recta de las conductas socialmente responsables.

La autenticidad tiene tres componentes: la verdad, la transparencia y el humanismo.

La verdad no existe porque que exista la mentira. La verdad existe por sí misma. En una organización tiene dos ingredientes esenciales: los hechos y las conductas. Los primeros demandan políticas informativas abiertas y rigurosas; las segundas deben ser evaluadas y acreditadas.

La transparencia es una condición imprescindible para facilitar el acceso a la verdad. No se trata de arrojar luz sobre las zonas más brillantes, sino de incrementar la translucidez del cristal con el que cada grupo de interés mira hacia el interior de una organización. En sentido contrario, la opacidad genera desconfianza al alimentar la sospecha sobre las zonas oscuras, pero también sobre las más iluminadas.

Y finalmente el humanismo es una forma holística de abordar la propuesta de valor para todos los grupos de interés. La persona y su desarrollo integral tienen que situarse en el centro de la acción. No basta con declaraciones cargadas de buenas intenciones, hay que demostrar con hechos que el bienestar de muchos prevalece sobre el de unos pocos.

Los líderes que se encuentren en Davos no son ejemplares, pero sí pueden patrocinar valores y conductas que sirvan de ejemplo para la mayoría. Unidos por una nueva conciencia global que ponga fuera de toda duda un nuevo catecismo civil de principios éticos universalmente aceptados y dispuestos a tomar decisiones sin perder jamás la perspectiva de la justicia, la libertad y la democracia, incluso sus errores serán lecciones necesarias para un mundo que Octavio Paz dejaría reducido al verbo “compartir”.

 

Las diez tendencias de la Agenda Global del World Economic Forum

  1. El crecimiento de la desigualdad.
  2. La persistencia del desempleo.
  3. Déficit de liderazgo.
  4. La competencia geoestratégica.
  5. El debilitamiento de la democracia representativa.
  6. El aumento de la contaminación en los países en desarrollo.
  7. La mayor frecuencia de catástrofes naturales.
  8. El avance del nacionalismo.
  9. Mayor estrés por acceso al agua.
  10. La creciente importancia de la salud para la economía.

 

Versión digital del artículo publicado en la edición impresa de El País (18 de enero de 2015)

 

 

trackbacks

[…] La comunicación y los líderes de Davos (por José Manuel Velasco en El País Negocios 18-01-15 pág. 21) (Sin enlace) Habla y propone “tres líneas de trabajo concebidas desde la comunicación como una función estratégica para estimular procesos de transformación en una suerte de conciertos planetarios en el que los líderes se comporten como tales y no sólo como jefes“. En su tercera línea reflexiona sobre la configuración de una liderazgo más humano. Imprescindible leerlo. Gracias, José Manuel. He conocido a José Manuel recientemente. Y me alegro de que así haya sido. Creo que merecerá la pena seguirle y estar al tanto de sus reflexiones y trayectoria. […]

[…] La comunicación y los líderes de Davos […]

3 comentarios

001
JOSE MORENO DIAZ
19.01.2015 a las 14:39 Enlace Permanente

Estupendo artículo el que aportas, ya que el contenido del mismo sobre el papel es admirable, pero hay una cosa en la que discrepo: a todas estas personas yo no las considero en su inmensa mayoría líderes, si no más bien jefes, y como tu bien sabes existe una diferencia abismal entre ambos términos.

Sólo por destacar una, es que muchos de los que acuden es porque han sido elegidos por otros, pero realmente podemos llamar a los gobernantes ineptos de muchos países líderes?

002
JOSE MORENO DIAZ
19.01.2015 a las 14:49 Enlace Permanente

Por cierto, José Mnauel, uno de los mejores artículos que he leído en bastante tiempo.

Un Cordial saludo!

003
JMV
21.01.2015 a las 21:49 Enlace Permanente

Muchas gracias, José. Estoy de acuerdo contigo en que muchos supuestos líderes, sobre todo en política, son meros jefes, y a menudo malos jefes. La falta de liderazgo es un mal que también padece el mundo de la empresa.

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