03Jun
2012
Escrito a las 4:14 pm

Los nacionalismos están arrugando la bandera de la Unión Europea

En un artículo publicado el pasado 31 de mayo en un suplemento editado por varios periódicos europeos, entre ellos El País, Felipe González, convencido europeísta, aseguraba que «el único recurso que le queda a la Unión Europea, no sólo frente a nuestra crisis generalizada, sino para lograr incorporarnos a la nueva realidad global, es más Europa y menos nacionalismo rampante«. Esta opinón es compartida por el Gobierno de España, convencido de que, como ha declarado el ministro Cristóbal Montoro, de la crisis se sale «haciendo más euro y más Europa«.

Sin embargo, la única salida que figura en todas las agendas, a excepción de la de Angela Merkel, no es hacer más euro, sino más euros, es decir, acuñando papel-moneda para cubrir las necesidades de financiación de algunos países, por un lado, y para impulsar programas de estímulo que combatan el estancamiento de la economía continental, por otro. Europa aborda su crisis, especialmente aguda en algunos de sus miembros periféricos, como un problema económico, cuando realmente la raíz de la ausencia de soluciones eficaces se encuentra en el déficit de unidad política.

Europa como proyecto pasó del terreno de los sueños al de las ideas factibles con la firma del Tratato CECA, rubricado en París en 1951 por los jefes de los gobiernos de Francia, Alemania, Italia y los países del Benelux. Los seis países de esa primera comunidad unida por el carbón y el acero firmaron en marzo de 1957 los tratados constitutivos de la Comunidad Económica Europea (CEE) y de Euratom, conocidos desde entonces como los Tratados de Roma. Las tres comunidades (CECA, CEE y Euratom) se integraron en una sola en abril de 1965, si bien el tratado de fusión no entraría en vigor hasta dos años más tarde con el nombramiento de una única Comisión y un único Consejo.

Felipe González y Fernando Morán firman la adhesión de España a la CEE

Felipe González y Fernando Morán firman la adhesión de España a la CEE

La adhesión de España y Portugal se produjo en marzo de 1985 y dio lugar a la Europa de los Doce, marca que tuvo un cierto recorrido hasta la incorporación de nuevos países. Hoy la Unión Europea está formada por 27 miembros, de los que 16 comparten moneda. Aunque la economía está en el origen de la unión, la política fue ganando posiciones hasta su cristalización en Maastricht, ciudad holandesa que da nombre al tratado que consagró la integración mediante la creación de la Unión Europea.

Desde entonces una política interpretada en clave nacional ha sido el mayor lastre para el desarrollo de la unión. La crisis económica ha fortalecido los egoísmos nacionales en detrimento de una idea de Europa como fórmula para competir con otras regiones del Planeta. Los intentos por fortalecer las instituciones comunitarias han fracasado estrepitosamente, hasta el punto de que la noción de Europa se circunscribe de nuevo al eje franco-alemán, primero bajo el ticker Merkel-Sarkozy y hoy con la contracción ‘Merkolande’. ¿Por qué donde están el presidente del Consejo y de la Comisión europeas, Herman Van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, respectivamente, y qué papel han jugado desde el estallido de la crisis?

La gran depresión del siglo XXI ha devuelto a Europa sus fronteras políticas e incluso físicas. El sentimiento de pertenencia a una unidad supranacional se ha debilitado enormemente. No imagino a un almemán pensando que también es español, de la misma forma que, tras los rigores impuestos por la canciller Merkel, no creo que haya español alguno que sienta proximidad con los germanos, los bárbaros que han hecho del Pacto de Estabilidad y Crecimiento un mero contrato de austeridad.

Aunque en su origen la Unión Europea tuvo motivaciones económicas, el futuro sólo es posible si los actuales dirigentes recuperan la unidad política. La Europa de los 27 es un espacio demasiado pequeño en términos territoriales y demográficos para competir con los nuevos continentes.El declive económico de Europa es inevitable en términos relativos, porque un territorio cada vez más viejo no puede competir cuantitativamente con la explosión de natalidad que viven Asia, Estados Unidos y Latinoamérica. Europa ya es pequeña en comparación con China e India juntas y lo será más cada uno de los pequeños países que la forman apuesta por sí mismo.

Europa es un ideal, una bandera,  y como tal requiere un enorme esfuerzo de comunicación para recuperar el sentimiento colectivo. Desde luego, cualquier alternativa que no sea poner coto a la crisis mediante políticas europeas será letal para el futuro de la unión. Los españoles debemos ser reeducados en la idea de Europa y los europeos en la de España. Porque Europa no puede ser para nosotros una entelequia política que nos ahoga con el rigor de su calvinismo dominante, ni España para Europa un país que combina fiesta y siesta, tal como apuntaba recientemente Financial Times.

Gaspar Melchor de Jovellanos (Asturias, 1744-1811) consideraba que el progreso descansaba en una buena educación, que debería tener las siguientes cualidades: «Ha de ser fuente de felicidad, popular, universal, cristiana y bilingüe». Justo lo contrario de lo que hoy transmite Europa: fuente de infelicidad, impopular, nacionalista, descreída y multilingüe (esta última tanto en lo que se refiere a las lenguas oficiales como a la multiplicidad de discursos). Las cualidades que propugnaba el ilustrado español serían útiles para reconstruir la unión política, que demanda un enorme esfuerzo de educación y comunicación para recuperar la solidaridad como motor de progreso.

Europa no sólo se juega en este envite su capacidad económica, sino también el liderazgo intelectual que ha ejercido durante los últimos tres siglos, cuyo éxito radica en la conjugación de progreso y democracia. La transición española es una buena prueba de ello.

Y si más Europa implica más euro, no debería ser un problema la impresión de tantos euros como sea necesario para que los nacionalismos rampantes no cercenen definitivamente una idea política con mayúsculas. De lo contrario, Europa volverá a ser el viejo continente de un mapa de geografía.

 

10 comentarios

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Luisa Alcalde
03.06.2012 a las 17:40 Enlace Permanente

Hola José Manuel:
Sobre tu interesante reflexión, me gustaría aportarte algunos comentarios.

1. Es muy fácil demonizar a Alemania, y sobre todo a Merkel, debido a sus políticas de ajuste y de estrecho control del déficit, pero lo cierto es ya han pasado cuatro años desde que estalló  la  crisis y España aún no ha afrontado las reformas más importantes para superarla: ni ha reestructurado su sistema financiero ni ha aligerado una estructura administrativa que le come más recursos de los que genera. Todavía no nos hemos ganado la confianza de los alemanes, ni de los mercados financieros internacionales.

2. España sólo saldrá de la crisis con más Europa, porque lo contrario significaría perder el  desarrollo económico y social protagonizado por las últimas generaciones, tal como defendió esta semana con acierto Luis Garicano en un artículo publicado en elpais.com.

3. Efectivamente en esta crisis lo que se echa en falta es una mayor iniciativa de las instituciones de la Unión Europea y que han sido relegadas por el eje franco-alemán, y que nos recuerda a la famosa frase de un alto cargo de la administración norteamericana en la que decía que cuando llamaba a la UE no sabía a qué teléfono llamar.

4. La crisis también puede ser una oportunidad de oro para que los países cedan autonomía a las instituciones europeas, lo que beneficiaría a Estados como el nuestro donde aún impera una política marcada  por el cortoplacismo y el clientelismo.

Un abrazo.

Luisa Alcalde.

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JMV
03.06.2012 a las 18:32 Enlace Permanente

Claro que los alemanes tienen razones para desconfiar de España. Ahora debemos recuperar su confianza, pero tambiën necesitamos su ayuda, de la misma forma que Alemania tuvo la de Europa para su reunificación.
Gracias por enriquecer el blog con tus comentarios.

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Diego Crescente
03.06.2012 a las 19:30 Enlace Permanente

Coincido en muchos aspectos que has señalado en tu artículo aunque creo que debemos tener en cuenta que también los nacionalismos han aportado mucho a la construcción europea.

Intentaré explicarme. Europa se ha construido siempre a base de movimientos. Unas veces centrípetos y otras centrífugos. Del resultado de estas fuerzas ha salido una UE que, respetando las soberanías nacionales en materia política y hasta hace 10 años económica, ha creado un marco institucional que ayuda a que seamos más que una gota en el océano geopolítico mundial.

De Gaulle era un marcado nacionalista pero sin embargo gracias a él y la superación de la crisis de la silla vacía, Europa dio un paso adelante y modifico los tratados constitucionales para dar cabida a otros miembros como el Reino Unido. El mismo González era acusado de nacionalista por los franceses cuando consiguió que España y Portugal pudieran disfrutar de casi un billón de euros anuales en forma de fondos estructurales. Como contrapartida, González acuño el término ciudadanía europea que posteriormente se traslado al tratado de Maastricht en 1992.

Mi punto es que, probablemente, del nacionalismo de Merkel emerja una Europa más racional en materia económica en la que primen las cuentas sobre los beneficios sociales. No olvidemos que el Estado del Bienestar europeo se fundamente en una premisa netamente liberal como es el pleno empleo. Sin pleno empleo (o casi) no hay Estado del Bienestar europeo como ya anticipaba Beveridge.

Como siempre el problema se palía (que no se soluciona) con la comunicación. Necesitamos un relato que nos explique a los ciudadanos europeos que el «paraíso» prometido puede perderse como se está perdiendo. Hay toda una generación europea que necesita una explicación al igual que la necesitaban los romanos que bajo Rómulo Augústulo vieron como Odoacro ponía fin a su imperio.

Sobre esta base podremos comprender lo que está sucediendo y considerarnos todos ciudadanos europeos y no ciudadanos a dos velocidades o más europeos unos que otros.

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JMV
03.06.2012 a las 19:43 Enlace Permanente

Estimado Diego:
Magnífica reflexión. Y lo que más me gusta, por supuesto, es la apelación a la construcción de un relato que explique a los ciudadanos qué somos y a dónde vamos; incluso a dónde podemos irnos si no contribuimos con nuestros respectivos deberes individuales y colectivos.
Muchas gracias.

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Agustín Valladolid
04.06.2012 a las 09:52 Enlace Permanente

Creo que todos tenéis razón. José Manuel y los que habéis comentado su artículo. La realidad es compleja, y lo primero que debiéramos hacer los españoles es asumir nuestros erores. Pero hablanmdo de política con mayúsculas, lo que está haciendo Merkel es socavar lenta, pero sistemáticamente, las bases de una Europa solidaria. La canciller, con su actitud de señorita Rotenmeyer germana, intransigente y provinciana (no olvidemos que muchas de sus decisiones han estado directamente relacionadas con procesos electorales internos), está fomentando, precisamente, ese nacionalismo rampante del que habláis. Un ejemplo: yo nunca más volveré a comprar un BMW. Porque no me da la gana, y, sobre todo, porque seguramente no podré.

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Luis Mugueta
04.06.2012 a las 12:32 Enlace Permanente

Estoy de acuerdo en el planteamiento global y en las conclusiones que más evidencia el artículo: la gran crisis del siglo XXI ha devuelto a Europa a sus fronteras políticas e incluso físicas. Sin ánimo de relativizar, esta certeza podría enmarcarse en la expresión «fronteras culturales». Es cierto que el riesgo se está convirtiendo en una triste realidad: la idea de Europa se aleja de los europeos no sólo por el ruido de la depresión económica sino también por lo que atinadamente se denomina en el artículo –cuando se contrasta el presupuesto ideológico jovellanista– «multilingüismo» como multiplicidad de discursos. Son muy diversos y muy recientes, casi presente de indicativo, los constantes reconocimientos a personas e instituciones por su carácter «europeísta», entendido el europeísmo como defensa de una vocación intelectual que tiende a desear una Europa abierta, diversa, moderna… Si aún hay que destacar la defensa del europeísmo como cuestión excepcional es evidente que no nos creemos Europa como ente supranacional, ni siquiera como modelo federal, pese a las décadas de firmas, adhesiones, declaraciones de intenciones y pese a la existencia de instituciones que, como también queda bien explicitado en el artículo, están subyugadas por lo general, y ahora mismo, a ejes de poderes nacionales. El eje franco-alemán es quien hoy todavía insta a los países miembros (expresión también poco europeísta) a dar validez y margen de actuación a Bruselas. Finalmente, y ya en un plano más práctico, parece importante replantearse cómo educar, cómo comunicar sobre Europa. Parece cada vez más evidente que es necesario volver a la casilla de salida para comunicar sobre la realidad de Europa. Los egoismos, acuciados por la grave crisis económica y arropados por los enemigos habituales, son un peligro para la comprensión del problema, resucitan lo peor de los nacionalismos y, efectivamente, lesionan la idea de una unidad supranacional con un crédito inapelable de liderazgo intelectual y de competidor político y económico de primer orden. Aunque parezca mentira, el europeísmo sigue siendo material sensible, y es obvio que hay que revitalizar políticas comunes. No tengo tan claro que la respuesta urgente a la demanda del euro sea el remedio, si acaso un alivio temporal sin carácter de solución a un problema que precisa de decisiones políticas que ahora mismo se antojan revolucionarias en los centros de poder.

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Carme Miro
04.06.2012 a las 16:17 Enlace Permanente

Jose Manuel,
Siendo muy provocadora y poco realista, yo casi prefiero que nos intervengan y nos gobiernen Merkel u Hollande… Son mucho mas serios y honestos. Ademas, a nivel de unidad política, eso si que seria un ejemplo de Europeismo!
Respecto a imprimir mas euros, hasta Kruger lo pide a gritos!!! Yo como economista admiradora de Keynes, estoy totalmente de acuerdo contigo.
Un saludo,
Carme

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ALEJANDRO
05.06.2012 a las 09:37 Enlace Permanente

En mi opinión son distintas las circunstancias que se cojugan para que se produzca esta vuelta atras en la construcción de Europa.

Parece innegable que Europa en general y España en particular no han tenido un periodo de estabilidad y confort economico y social como el que se ha vivido en los ultimos años.

Por otra parte creo que el exceso de protagonismo de algunos actores (Francia, Inglaterra y Alemania) han perjudicado e incluso impedido que Europa fuera creandose de menos a más para llegar a ser practicamente un estado confederado.

La primera cuestión que se planteó fué la cesión de soberanía y ello fué rotundamente rechazado y claro, llegados a un punto, si esto no se producía, el avance era casi imposible.

Simplificando mucho, el segundo hito que se nos ocurre para hacer mas Europa es «la moneda unica»; pero la moneda unica que tanto nos gustó a muchos, yo diría que a la mayoría, nació lastrada sin que nos dieramos cuenta y ello por cuanto no todos los paises de la Unión formaron parte de la «zona Euro» y ademas al no tener politicas fiscales comunes ello iba a derivar en una serie de distorsiones que no tardaron ucho en aparecer.

Por ultimo creo que ahora, cuando se nos pide mas Europa para solucionar la crisis, se está cometiendo un error de planteamiento consistente en que la voz cantante de todo el proceso no la llevan las autoridades europeas sino que fundamentalmente la lleva Alemania y en algunos momentos con la ayuda de Francia. Esto provoca un rechazo en muchos ciudadanos europeos (no solo del sur) que pueden entender Europa, de hecho la defienden, pero que no entienden que las autoridades de la Unión sean «secuestradas» por un solo pais lo que produce desconfianza y hace rebrotar los nacionalismos que tanto daño han hecho a Europa en toda su historia.

Fortalezcamos las instituciones europeas y hagamos mas Europa desde Europa.

ALEJANDRO

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MARCELA
06.06.2012 a las 02:09 Enlace Permanente

hola a todos: la verdad es que todos los que aportaron comentarios no dejan de tener un «algo » de certeza, sin embargo me da la sensación que se omite algo fundamental y es que no se puede unificar nada sin perde un poco de identidad. Esto me lleva a decir que pretender una UE en los terminos economicos con que se basa es una firma de fracaso. desde luego no soy ninguna referente ,aunque el ser argentina da un cierto conocimiento «experiencia» de lo que es la «inflacion» que nace de la sobre emision de billetes.

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Adrian
03.07.2012 a las 09:52 Enlace Permanente

Boa tardeQueria sf3 agradecer pelo cboirtnuto indirecto que este blog deu para a execue7e3o de um plano de negf3cios para uma unidade curricular. Foi de facto muito util e espero que volte a postar porque de facto tenho este blog como uma verdadeira mina.Cumps

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