Antonio López, presidente de honor de Dircom. Fotografía facilitada por la Universidad de Navarra.

 

Cuando tuve mi primera conversación profunda con el maestro Antonio López todavía trabajaba en Renfe. Me aconsejó que no desperdiciase la oportunidad que me brindaba aquella magnífica plataforma profesional para crear una «red de seguridad«. Se refería a que fuese consciente de las relaciones que la posición me permitían tejer y que tal vez algún día podría necesitar. No estaba en cuestión la lealtad a la empresa, ni mucho menos la honradez de mis conductas, puesto que Antonio López jamás haría una recomendación al margen de la ética. El maestro me invitaba a construir conscientemente mi marca personal.

Esta fue la primera gran enseñanza de otras muchas que han seguido desde entonces. He tenido la suerte de compartir muchas horas con Antonio, de preocuparme por su mala salud de hierro y de comentar los avatares de la profesión que ambos tanto amamos. Hoy comparto tales consejos a raíz de la concesión a Antonio López del premio Luka Brajnovic que otorga la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Un merecido homenaje a uno de los pioneros de la comunicación en España y, desde luego, una de sus más nítidas referencias.

La segunda enseñanza no surgió de la palabra, sino del ejemplo. En la conducta profesional de Antonio siempre he percibido una dosis de rebeldía. Algunos lo llamarán progresismo y no andarán desencaminados, pero yo prefiero conectarlo con su sentido inconformista ante la injusticia. La rebeldía es la actitud que nos hace estar vigilantes, no dejarse secuestrar por la zona de confort, mirar más allá de nuestro entorno más cercano, comparar situaciones y contextos y, sobre todo, eludir los atajos morales. Prueba de ello es que Antonio, a su edad, todavía quiere cambiar el mundo, por lo menos el mundo profesional que nos rodea. Su tesis sobre la ética empresarial, en preparación como parte de su doctorado, acredita su espíritu insurrecto.

La tercera tiene que ver con la coherencia. Nunca ha percibido en Antonio una idea que no tuviese amarrada con los hechos o cuando menos con una observación rigurosa de los mismos. Yo diría que estamos ante una persona cabal (íntegra, precisa, completa). El dice lo que hace y hace lo que dice, aunque en ocasiones se lo dice solo a unos poquitos al servicio de su vocación componedora.

He aquí la cuarta enseñanza. Antonio López es un gran muñidor, un componedor de voluntades. Trabaja como nadie entre bambalinas, domina como pocos el lenguaje del consenso, porque ha situado al verbo por delante de la espada. No le conozco enemigos, aunque sí he detectado algunas envidias que en el fondo son fruto de una admiración secuestrada por la vanidad. Antonio es una figura clave en la buena marcha de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), de la que es presidente de honor. Todos los que hemos sido presidentes hemos entendido que la asociación estaba por encima de nuestros intereses y que estábamos al servicio de los socios. Hemos sabido dejar a un lado nuestra vanidad, ya suficientemente recompensaba por el hecho de presidir la asociación, pensar pequeño en nosotros y grande en nuestra profesión. Ello exige que los órganos directivos, tal y como Antonio nos ha enseñado, miren para todos los ángulos, escuchen todas las perspectivas y tomen decisiones en beneficio del bien común, pero sin caer jamás en el caos asambleario.

Y la quinta enseñanza, que no última porque espero seguir disfrutando muchos años de la amistad del maestro, está relacionada con el sentido del humor. Siempre hay que observar de forma conjunta la sonrisa y los ojos de Antonio. Su fina ironía, hermana de su carácter componedor y prima de su rebeldía, brota de una mirada profunda, escrutadora y cargada de perspicacia. El humor, el buen humor, es una forma amable de acercarse a una realidad que en ocasiones muestra su lado más mezquino. La sonrisa de Antonio encierra siempre un segundo mensaje, un aliciente para no quedarse en el plano corto y mirar más allá.

Las enseñanzas de Antonio López son ya un legado para los profesionales de la comunicación de este país. Personalmente no entiendo mi trayectoria profesional sin los buenos consejos del maestro. Larga vida a su sabiduría.

2 comentarios

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Como de costumbre José Manuel un certero análisis y comentario . Aprendemos con todo lo que dices y, en esta ocasión, al estar movido por el agradecimiento a una gran persona…aprendemos más.

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PETER DUKE
09.05.2017 a las 22:51 Enlace Permanente

Admiro a toda persona que domina el arte de la comunicacion, ya que soy un neofito en ello y siempre tengo una mala interpretacion de lo que deseo expresar

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