José Antonio Llorente, fundador y presidente ejecutivo de LLYC. (Foto LLYC)

El día de fin de año también fue el último para José Antonio Llorente, pero no para su obra, que se llama LLYC.

Hace ocho años, cuado decidí dar un giro a mi vida profesional, dejar la esfera corporativa y desarrollar mi propia alternativa como freelancer, varios empresarios de la comunicación y la publicidad me invitaron a sumarme a su organización. Sin embargo, José Antonio Llorente fue el único que me miró a los ojos, me preguntó qué quería hacer y percibió el brillo en mi mirada cuando le contesté que me gustaría dedicarme fundamentalmente al coaching ejecutivo. «Pues, adelante, aquí, en Llorente y Cuenca, lo puedes hacer bajo la fórmula que quieras«, me dijo. Y desde entonces he colaborado con LLYC como senior advisor y coach ejecutivo. Estoy especialmente satisfecho de los procesos internos de coaching, porque me han permitido sentirme parte de un equipo y contribuir a su crecimiento profesional y personal.

Confieso mi admiración por la persona que más ha influido en la comunicación en España en los últimos 40 años, que es decir tanto como desde que la función empieza a tomar cuerpo en las organizaciones. No sólo edificó la empresa de comunicación más importante de España y Latino América, sino que siempre se preocupó por armarla intelectualmente. Las publicaciones de LLYC son una referencia para todos los que nos dedicamos a la comunicación. Construyó empresa, construyó conocimiento y construyó sector.

Hace apenas unos días, en mi último cruce de whatsapps con él le dije que tal vez no habría que hablar de consultoría de comunicación, sino de empresa de comunicación. Fue a propósito del reenfoque estratégico de LLYC como una consultoría de marketing y comunicación. Este ha sido su último gran movimiento estratégico, impulsado siempre por una visión avanzada de la profesión que tan apasionadamente compartimos.

Admiración, gratitud, reconocimiento, cariño… y mucha pena por su fallecimiento. Deja una obra y una huella enormes, que van más allá de esa gran empresa de comunicación que es LLYC. Claro que se notará su ausencia, pero, como buen empresario, supo crear un equipo de profesionales muy cualificados que a buen seguro harán que LLYC llegue allí donde José Antonio soñó.

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