Habitualmente en estos comentarios prevalece la razón sobre la emoción. Intento poner en orden mis ideas y aportar pistas y referencias para el desarrollo profesional de la industria de la comunicación. En esta ocasión me voy a dejar llevar por la emoción de mi reciente nombramiento como presidente de la Global Alliance for Public Relations and Communication Management, la federación que aglutina a asociaciones de comunicadores e instituciones académicas de todo el mundo.
La primera emoción que aflora es de gratitud a todos los que han traído a la Global Alliance hasta aquí, desde sus fundadores hasta todos los presidentes y sus consejos directivos: Gregor Halff (Singapur), Anne Gregory (Reino Unido), Daniel Tisch (Canadá), John Paluszek (Estados Unidos), Colin Farrington (Reino Unido), Sej Motau (Sudáfrica), Jean Valin (Canadá), Toni Muzi Falconi (Italia) y Deanna Pelfrey (Estados Unidos). El agradecimiento es especialmente intenso para mi predecesor, el profesor Gregor Halff, quien ha dedicado a la Global Alliance tiempo, pasión y recursos, sin desfallecer un momento a pesar de las distancias, los husos horarios, los larguísimos viajes e incluso las responsabilidades familiares.
La segunda emoción también es de gratitud para quienes en algún momento de mi vida profesional me han animado a afrontar nuevos desafíos. No es necesario que los cite porque cada uno de ellos sabe quién es y que significa para mí. Desde la fábrica de gaseosa hasta la Coca Cola (esta metáfora solo podrá ser entendida por una persona) hay un largo recorrido cuyos hitos son aprendizajes, afectos y experiencias. He tenido la suerte de disfrutar de muchos y buenos mentores que en algún momento creyeron en mí más que yo en mí mismo.
La tercera también es de agradecimiento para mis compañeros de profesión, especialmente para aquellos que forman parte de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), cuya presidencia tuve el honor de desempeñar desde 2008 a 2014. Mi elección es consecuencia del respaldo de la actual junta directiva y de la anterior, del que espero seguir siendo merecedor, y de la ambición de situar a Dircom en los principales foros internacionales, una visión que tuve junto a Sebastián Cebrián cuando asistimos al World Public Relations Forum celebrado en 2010 en Estocolmo. Dos años después, en Melbourne, recibimos el mandato de organizar el WPRF en Madrid en 2014. El foro de Madrid resultó el más internacional y rentable de la historia de la Global Alliance y fue un punto de inflexión en el devenir de Dircom.
Tengo que reconocer que el Gobierno español presidido por Mariano Rajoy creyó en nosotros para organizar el WPRF. Creyó tanto que el propio Rajoy participó como ponente y unos días antes recibió en el Palacio de La Moncloa al consejo de la GA. Desde luego, quien más creyó en nosotros fue la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro, quien vio en el WPRF una oportunidad para comunicar que España empezaba a salir de la crisis y para demostrar que este país estaba más que capacitado profesionalmente para organizar foros mundiales como aquél.
Y, finalmente, siento la emoción de la coherencia, una sensación de bienestar que se produce cuando tus acciones están inspiradas por un propósito vital: contribuir a que la profesión avance y a que los comunicadores ocupen posiciones cada vez más estratégicas y relevantes en sus organizaciones. A los 20 años quería recorrer el mundo. A los 30 quería seguir recorriéndolo. A los 40 empecé a sentir que tenía que contribuir a un bien colectivo y lo encontré en el compromiso profesional. Dircom me reafirmó en tal propósito y la Global Alliance vuelve a inspirar mi visión de la función que hace que las personas podamos convivir. En esta casa siento que comparto una causa.
Empiezo una etapa de servicio a los socios de la Global Alliance y a través de estos a la comunidad de los comunicadores. Mahatma Ghandi dijo: «Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga«.
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