In memoriam de Ricardo Pereda
¿Qué le contestarías a tu hija si repentinamente te preguntase:
Papá, ¿qué hay después del cielo?«
Esa fue el interrogante al que Ricardo Pereda tuvo que hacer frente hace unos años.
Pues más cielo, cariño«. Fue su respuesta.
Hoy he recibido la noticia del fallecimiento de Ricardo Pereda Matía, presidente de la delegación de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom) en Aragón. Un extraño cáncer acabó con su vida tras varios años de lucha. Luchó contra la enfermedad, luchó contra el pesimismo de algunos médicos, luchó contra la tristeza de su familia, luchó para defender a su mujer y a sus hijas, luchó por la dignidad de la profesión de comunicador para elevarla a los altares de la dirección, luchó y luchó… y seguirá luchando desde ese espacio que hay «después del cielo«, desde donde las buenas personas ilustran a otros con su ejemplo.
Siempre he pensado que no fuimos Sebastián Cebrián y yo quienes convencimos a Ricardo para que integrase la asociación de comunicadores de Aragón en una delegación de Dircom, sino él quien nos convenció a nosotros de que era posible. Solo él, con su bonhomía y verbo fácil, era capaz de convencer a sus compañeros de que disolviesen su meritoria asociación para formar parte del proyecto nacional que impulsaba Dircom. Lo hizo y desde entonces ha liderado la gestión de una delegación ejemplar, que ha contribuido al engrandecimiento de nuestra profesión más allá de los límites del reino de Aragón.
Ricardo no hablaba mucho, pero cuando lo hacía era para exponer ideas tejidas con la consistencia de un pensamiento analítico. Era un hombre cabal, que hacía lo que predicaba sin predicar demasiado lo que hacía. Se hacía escuchar porque su objetivo no era tanto convencer como entender y ser entendido. No era timidez, sino una prudencia comparable a la calidad de su criterio profesional.
Yo le llamaba de vez en cuanto para animarle en su batalla contra la enfermedad. La última vez que lo hice fue el pasado jueves, pero mi mensaje quedó para siempre grabado en su buzón de voz. Siento un dolor tremendo por no haber logrado hablar con él desde que lo vi, impecable pero ya muy enjuto, en la última junta directiva de Dircom a la que asistí para compartir los proyectos de la Global Alliance for Public Relations and Communication Management, el pasado 27 de febrero. Estoy seguro de que en esa última conversación Ricardo me hubiese iluminado una vez más con su humanidad. Ahora solo me queda el consuelo de saber que seguirá brillando desde ese espacio que queda «después del cielo«.
Fluyan mis lágrimas.
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