09Nov
2020
Escrito a las 7:33 pm
Las tres cimas de Lavaredo, en Los Dolomitas, nos recuerdan que hasta las montañas son más bellas cuando se hacen en compañía.

Todos nos hemos hecho a nosotros mismos. Lo que ocurre es que algunos piensan que se han hecho mejor, incluso muchísimo mejor y, además, en solitario. Los que creen haber tenido tan superlativa construcción suelen ser hombres, porque raramente hemos escuchado aquello de «una mujer hecha a sí misma» y se arrogan dosis de coraje y osadía superior a la del común de los mortales. Eso sí, son tan mortales como los demás.

Tales personajes tienden a ocultar la ayuda de otros y a centrar su epopeya en episodios de lucha en solitario a contracorriente. Para el hombre-hecho-a-sí-mismo, ayuda es sinónimo de debilidad, justo lo contrario de lo que quieren transmitir: una gran fortaleza para atreverse a no ser como los demás. De la misma forma que se resisten a la idea de que todos nos hemos hecho a sí mismos, olvidan que todos somos distintos, porque esto querría decir que todos tenemos una base de igualdad.

La gente que se llama a sí misma selfmade (hecha a sí misma) no son más que unos desagradecidos que olvidan quién les ha ayudado en la vida”, dijo Allen Sanginés-Krause al recibir en 2019 el Premio Carrera al Universo que otorga el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) a los exalumnos con más de 30 años de excelencia en su profesión. El empresario mexicano-británico es uno de los personajes de actualidad por aparecer vinculado a los fondos fiscalmente opacos que el rey Juan Carlos I y algunos miembros de la Familia Real española han estado utilizando en un período posterior a la abdicación del Borbón, es decir, sin el manto protector de la inviolabilidad que otorga la Constitución al Jefe del Estado.

En la frase «todos nos hemos hecho a sí mismos» tiene más valor el «nos» que el «a sí mismos«. El pronombre tiene algo de reflexivo, pero mucho también de plural. Es una obviedad que en primer lugar debemos la existencia a nuestros padres. Luego están las condiciones del entorno, los denominados factores ambientales. Baste recordar que, según Oxfam, en Kenia una niña tiene una posibilidad entre 250 de seguir estudiando una vez finalizada la educación secundaria.

En tercer lugar aparecen las relaciones que somos capaces de trenzar y mantener a lo largo de nuestra vida, especialmente durante la etapa laboral. Nos hacemos en buena medida gracias a los ejemplos que tomamos como referencia y a los consejos que recibimos de las personas que nos acompañan en nuestro desarrollo.

He tenido la suerte de descubrir relativamente pronto a personas de mi entorno que ejercían voluntaria o involuntariamente como mentores. Cuando he sido plenamente consciente de su valor no he dejado de cuidar tales relaciones, por egoísmo (conservar sus valiosos consejos), por afecto y por agradecimiento.

Cada vez que tengo la oportunidad de acompañar a un profesional en algún momento de su trayectoria le invito a identificar a aquellas personas cuyas palabras le cargan de energía, le orientan o le reconvienen cuando creen que ha errado. Mentores que te ayudan a pensar, a encontrar nuevas perspectivas y a explorar caminos. Personas profundas que conocen las motivaciones del alma y que son capaces de sentir la tuya con la intención de cuidar de ella.

Las personas que se creen hechas a sí mismas están a menudo cegadas por el éxito económico y, sobre todo, por la vanidad. El dinero es una vara de medir que -no nos engañemos- es válida para muchos, pero debe ser visto como la consecuencia de un desempeño profesional exitoso. La vanidad es una fuerza que se decanta hacia el lado oscuro cuando el egocentrismo vence a las motivaciones que impulsan el deseo de cumplir con un propósito. Por eso, la vanidad tiene que estar confinada en una jaula suficientemente grande para permitirle volar, pero no para dejar que se separe de la realidad. La humildad ayuda a mantener los pies en la tierra.

No desconfío de las personas hechas a sí mismas, sino de las que presumen de ello y olvidan a quienes les ayudaron a ser lo que hoy creen ser. Sobre todo, porque jamás dejamos de hacernos, como nos recuerda la cita de Miguel Delibes: «Los hombres se hacen; las montañas están hechas ya«.

Dejar un comentario

*